viernes, 16 de julio de 2010

CREER, ESPERAR Y AMAR.

Cuando pensamos en la santidad nos imaginamos inmediatamente esas imágenes algunas no tan recientes y algunas otras sí un poco recientes y decimos que es para héroes llegar hasta ese punto elevado de la vida de amor por Jesucristo. Pero resulta que cuando hablamos de santidad necesariamente debemos pensar en el bautismo, en ese precioso sacramento que nos hizo a nosotros hijos de Dios y miembros de la Iglesia, y por este bautismo la santidad es una exigencia del cristiano, y en tanto es una exigencia para todo bautizado, pues todo bautizado está llamado a vivir las virtudes, esas que la misma Iglesia ha llamado virtudes cardinales, la fe, la esperanza, y el amor, y la sustancia de la santidad está en la vivencia a plenitud de estas tres sencillas virtudes que alcanzar no es tan

sencillo, en ellas, en su práctica continua el bautizado alcanza su dignidad, dignidad que no es otra más que su total identificación con Jesucristo.
Si la santidad es la vivencia de las tres virtudes cardinales en el constate presente de la dignidad de cristianos por el bautismo, debemos entonces estar atentos y siempre vigilantes de cada una de ellas en nuestra vida, en tanto debemos procurar estar vigilantes de cómo creemos, cómo esperamos y cómo amamos…


Creer es fruto de una escucha abierta, muchas veces creemos todo lo que nos dicen sin mirar quien nos lo expresa ni poner en duda su palabra o por el contrario no creemos en nada ya que somos hijos de los tiempos de la sospecha. Tenemos una palabra que pronunció Dios para nosotros y en la que debemos creer, esta palabra fue lo último y lo primero que Dios quiso decir: Jesús. En la sagrada escritura todo apunta antes, durante y después hacia Jesús, Él es la palabra, es lo que Dios tiene para decirnos y nos lo ha dicho ya. Creer es hacer abandonarse confiadamente en el conocer, amar y hacer conocer a ese mismo que es la palabra de Dios. Jesucristo. ¿Crees de verdad?


Esperar en un mundo descreído es muy difícil, solo quien ha hecho ya el primer paso de creer puede tener eso que se llama esperanza, esa manera distinta de ver la vida sin que los embates del camino le hagan querer dejar de seguir caminando… esperar es una tarea que se hace necesaria en tiempos de la inmediatez, en tiempos en que todo es necesariamente veloz, esperar es la virtud en la que debemos trabajar quienes decidimos creer pues los tiempos de Dios no son nuestros tiempos. La esperanza muchas veces la hemos identificado con el verde, y lo mas verde que hay en el mundo son las grandes extensiones de campo, y estas en el horizonte se van fundiendo con el azul del cielo, lo que nos indica que esperar es andar por la tierra siempre esperando el cielo, caminando, caminando, con tropiezos y caídas pero siempre esperando el más allá. ¿Esperas de verdad?

Amar es de las experiencias más lindas y también más duras que se puede experimentar en la vida, algunos dicen que amar es comenzar a sufrir, quizás tengan una visión un tanto apocada del amor… la verdad es que quien cree y espera necesariamente ama… La carta a los Romanos en el capítulo 8 versículos del 35 al 39 dice que la felicidad consiste en amar a Dios y ser amados por Él. “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la escritura: por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas a matanza. Pero en todo esto salimos más que vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoy seguro que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni los presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro”. Con esto vemos claro que es el amor el más importante, pues quien ama, espera, y quien espera cree, y quien cree vuelve a amar… El amor solo necesita de pequeños gestos, no de grandes alaridos para que sea verdadero y fructuoso. ¿Amas de verdad?


Creer, esperar, amar, amar, esperar, creer, una trilogía en la que se entra para ver a Dios, una trilogía en la que Dios nos ve también a nosotros sus hijos.


Cuando venga la dificultad… cree, espera, ama y sigue luego tu camino para que después tengas que volver a creer, esperar y amar… hasta que un día sea el mismo Señor quien te diga: Ven bendito de mi padre por que creíste, esperaste y amaste mucho…