sábado, 3 de marzo de 2012

SER MAESTRO: TAREA AMARGA Y DULCE

San Agustín al preguntarse por el tiempo decía: ¿Qué es, pues, el tiempo? Si no me lo preguntan, lo sé; pero si me lo preguntan, no sé explicarlo.

Tal como le pasó al filósofo de Hipona me sucede a mí frente al interrogante ¿qué es ser Maestro? Tal vez si no me lo preguntaran lo sabría, pero me lo pregunto, y me lo preguntan y no sé decir con certeza ¿qué es? 

Debo iniciar diciendo que la tarea de educar es una mezcla amarga y dulce, es un arte inmenso, incalculable, es una tarea, una misión. 

Todos los días al llegar a mi puesto de trabajo, bajo el vidrio que cubre mi escritorio de maestro he puesto una copia de la oración del sacerdote Jesuíta Rafael fetirré, oración del maestro, y en su primer párrafo dice: “Señor concédeme ser un constructor de almas y no un vulgar mercader”,  la verdad es que me impacta profundamente leer esta oración todas las mañanas y mientras me encomiendo a Dios, -para soportar el peso del día y todas las demandas de las y los estudiantes, la necesidad constante e imperiosa de solicitar el silencio para poder continuar una actividad o explicación, y para poder llenar la burocracia administrativa- me preocupo, me lleno de un sano interés por hacer de mi labor algo interesante, me propongo trasmitir a  mis estudiantes propuestas que los y las  llenen de interrogantes y los y las motiven a la profundización, a la investigación personal, que los y las  llenen de conocimientos nuevos e interesantes para su propia existencia, quiero construir su alma. (Entiéndase seres íntegros, que saben ser, hacer, y pensar).
 
He dicho ya  que ser maestro  es una mezcla amarga y dulce, y lo es. Hay días en los que los mismos estudiantes demandan atención de tu parte y te brindan la más mínima  atención de la suya, hay días también en los que quien más aprende de la labor educativa eres tú mismo, recuerdo en este momento que en un diálogo de la clase de ética en un grupo lancé la siguiente expresión: “nadie aprende en  cabeza ajena” y seguí mi discurso, que fue interrumpido de inmediato por una estudiante que me dice: “pro, si hay alguien que aprende en cabeza ajena, es el peluquero” de inmediato vino una gran risa de parte de todos y todas las que estaban en el aula, incluyéndome también, pues es verdad, es una verdad que no estaba contemplada en la expresión que lancé, y es una verdad de la vida práctica con la que me fui ese día a mi casa. 

La tarea del maestro dentro del proceso educativo es algunas veces inconsciente, nuestros estudiantes están constantemente fijos en cuanto haces, dices, piensas, están listos sobre todo para hacerte una recriminación y pocas veces para reconocer lo bueno que aportas a sus vidas, por lo general sólo mucho después de abandonar la parte del bachillerato y enfrentarse con la vida universitaria en el mejor de los casos, o quizás con la vida en otros aspectos de su desarrollo como es el laboral o familiar, entonces, reconocen lo valioso que muchos maestros aportaron a su vida. Esa es una parte dulce del ser maestro.

Muchas veces la labor nuestra como maestros esta tan encerrada en la burocracia, en el cumplimiento de metas de desempeño y calidad que al ingresar a una aula escolar muchas veces pensamos solo en la cantidad de estudiantes que tenemos, y su nivel comportamental, sin querer estigmatizamos muchas veces estudiantes y grupos.

La labor amarga y dulce de ser maestro es la labor de un mago, de un consejero, de un psicólogo, de un confesor, de un policía, de un médico, quizás la de un psiquiatra, en definitiva la labor  de un maestro en la que se unen todas las anteriores. Ser maestro es estar en la montaña rusa de los sentimientos pues al contacto con tus estudiantes puedes sentir enormes deseos de vivir y sonreír con quienes sonríen, y al momento ver caras tristes de algún estudiante e indagar un poco el por qué de su cara triste, querer llorar con él, por que en verdad su vida no es nada simple y sencilla.

¿En dónde está la clave del éxito de un maestro?, creo que nuestra tarea, es quitarnos con quien se puede la armadura de la indiferencia, la intolerancia, y esa barrera que divide maestro estudiante.  El éxito es lograr construir almas  para que la máquina del mundo que busca devorarlos,  junto a la cultura de la perfección, de lo estético, mas no de lo ético, de la moda perfecta mas no del modo correcto, la cultura económica mundial que busca el menor costo para obtener el mayor beneficio, no los devore sin masticarlos, nuestro éxito como maestros radica en construir mentes pensantes y no reproductoras de ideas, y de pensamientos ajenos, mentes que sean lo suficientemente capaces de detectar los sofismas de un mundo que siempre trae amargo y dulce… Nuestro éxito en la labor educativa, en nuestra labor como maestros es ver a nuestros estudiantes como agentes de cambio en la sociedad, agentes del bien, y para el bien. Este sería nuestro ideal, nuestro éxito. Pero es innegable que no con todos se logra, no todos tienen la disponibilidad de transformarse para trasformar el mundo, y pasan por las aulas quizás de muchos centros educativos y salen y son devorados por la máquina del mundo sin masticarlos siquiera y también, que es lo más doloroso sin que ellos mismos se enteren de que están siendo devorados por esa máquina sombría.

Se nos propone el dilema entre ser maestros conservadores o progresistas, personalmente pienso que debemos buscar un punto medio, un punto en el que sean nuestros discentes quienes se vean beneficiados, un punto en el que más allá de una nota que da razón de un proceso, sea la vida la que hable, sean sus actuaciones, las del estudiante, las que muestren que tan amarga o dulce puedo ser la labor de haber sido educados y para nosotros que tan amarga o dulce pudo ser la labor de educar. 

Construir almas no es nada sencillo, es tejer filigrana  muy fina, es templar las fibras de lo humano con las pinzas del conocimiento, y con la soldadura de  la ciencia, sin descuidar el brillo del afecto, y el barniz de la corrección. Educar es construir personas, formar, reconocer la belleza e importancia del compartir lo que somos, seres capaces de razonar, actuar, cambiar.
Maestro, maestro es el que sabe templar las fibras más finas de lo humano, y no siempre se puede, el humano (estudiante) debe dejarse ayudar de lo contrario no logramos mucho, tarea amarga y dulce, por ende si me preguntan ¿Qué es ser maestro? No lo sé, y si no me lo preguntan, lo sé. Tarea amarga y dulce.

1 comentario:

  1. Si lo sabes, es tu alma quien contesta a este enigma... Asi mismo como tu tarea en este momento es orientar almas y ser un constructor ejemplar de estas!, Asi mismo , Te orientaron a ti, asi mismo intercedieron en tu interior personas para las que tambien fue amarga y dulce su tarea, pero para quienes hoy es un orgullo saber que cumplieron su objetivo. Algún día sabras que no siempre aquella persona que no te mira fijamente a los ojos mientras estas en frente suya, es indiferente a tus enseñanzas, ten en cuenta que la mayoria de veces son en ellas en quien penetras mas... Porque somos objetivos por lo tanto no seguimos un conducto protocolario, solo dejamos fluir la mente y construimos pensamientos desglozando cada palabra que fluyeee de aquel GRAN MAESTRO... Gracias por hacer día día de tu labor la mas ejemplar. FELICITACIONES

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