miércoles, 11 de noviembre de 2009

Jesucristo Sacerdote.

En el tiempo sin tiempo, ya existías tú, glorioso hijo de Dios, Jesús amado del Padre y en quien él encuentra sus complacencias, y que para salvarnos y en el amor del eterno por el hombre has sido enviado sobre esta tierra, en el tiempo del hombre, a cambiar la historia del mismo, te adimiro por tu santo sacerdocio que es eterno y que es el orígen y culmen del sacerdocio terreno.

Que hermoso templo y catedral aquella pobre pesebrera en la que honrosamente el mismo Dios ha sido dado.
Que hermoso sacrificio se empieza a ofrendar nacer Dios hecho hombre.
Que hermoso sacerdote: un pequeño niño.
Que hermoso ornamento: su suave piel desnuda.
Que hermoso altar: una humilde cuna de paja.
Que hermosa ofrenda: su misma humanidad divinizada y su divinidad humanizada.
Que hermoso misterio...

Permite que nos gocemos de poder seguirte... haz que caminemos tras la humilde humanidad que nos enseñaste con tu vida y que seamos dignos de servirte en cualquier campo en el que estemos, divino y santo sacerdote. Amén.

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