Dos hombres para nada iguales entre ellos y sinembargo unidos por el mismo amor, sin igual entre los hombres, y sinembargo haciendo que muchos amen lo que amaron ellos.
Dos pilares, columnas, fundametos... ambos fuertes y sencillos, el uno siempre el otro después.
Dos que siempre fueron, dos que siempre serán. La imprudencia que llego a ser santa, la saña que persiguió el amor hasta encontrarlo, juntos por distintos caminos encontraron al mismo amor.
Pedro, tan duro en razonar y tan seguro en lo que encontró que es ahora el primero entre todos. Pablo, tan seguro en su espada que su debilidad fue encontrar lo que no buscaba.
Cristo que a quien lo encuentra cambia el rumbo, fue a quien el uno nego y el otro persiguió, fue a quien ambos amaron hasta dar la vida.
Ellos son para nosotros prueba de que es posible amar, amar hasta dar la vida.
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