viernes, 8 de enero de 2010

¿Y de la Santísima Trinidad qué? Un amor tripersonal... Amado, Amante y Amor.


La verdad que el mundo busca no la encontrará nunca si no se busca en Dios.
Cuanto más el hombre ahonda en los vericuetos de la ciencia más se da cuenta que existe una razón supremamente exterior a este mundo y que por lo tanto es supremamente inaprehensible para nuestra capacidad cerebral.

Con cuanta más vehemencia el hombre se empeña en conocer las causas primeras de la realidad que lo circunda, se da por enterado que existe una realidad superior ajena a su capacidad de intelección.
Es el caso de la verdad, y al decir verdad referenciamos lo que posee una persona como noción certera que le asegura una realidad existente, y frente a Dios solo podemos decir que es verdad.

Mientras que el mundo se debate en guerras y conflictos, desastres y tantas otras cosas más, Dios es puesto en duda cada vez por un número mayor de personas, a muchos de ellos le es intolerable pensar en un Dios que viendo la perversidad del mundo permanezca inamovible mientras que la tierra se inunda con la sangre de los humanos que se matan entre sí.
Quienes tal cosa afirman desconocen por entrada que Dios al hacer su creación la entregó al hombre para que con Él fuese co-creador, y al hacer al hombre lo dotó con la magnifica gracia de la libertad con la que lo capacitó para optar entre lo bueno y lo malo.

Con Jesús, Dios ya se ha pronunciado y ya no tiene nada más que decirle al hombre, en él se revela todo el misterio de Dios que por largos siglos a desvelado a la humanidad.
Pero Jesús  dice: "Tengo muchas cosas que decirles" con lo que muestra un poco que Dios, su padre, y padre nuestro es grande, pero solo es suficiente quedarnos con lo que Jesús dice, y de tal modo entonces agrega "pero ustedes no pueden entenderlas ahora" y abre la entrada a quien sí acabaría de ir revelando la verdad " y cuando venga el Espíritu de la verdad, los introducirá en la verdad total" y esa verdad no es otra que Él, Dios mismo, el amor tripersonal, el que ama (Dios padre), el amado (el Hijo Jesucristo), y el amor (El Espíritu Santo) hasta que seamos fundidos también nosotros en la inmensidad de la verdad que es el amor.

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