domingo, 14 de marzo de 2010

¿Renunciarías a tí mismo?

¡Las grandes alturas se escalan con grandes esfuerzos! Ésta es una expresión bien conocida por todos y que se dice con tanta frecuencia que algunas veces ni el sentido de la misma encontramos.


la verdad es que dentro de esos grandes esfuerzos que se deben hacer para lograr alcanzar muchas metas en la vida está la capacidad de renunciar, la capacidad de decir NO a algunas realidades para poder tener otras, la capacidad de renunciar, es por demás  en sí misma una realidad bien compleja y que no se acepta facilmente, y mucho menos decir que no hay dolor en ella.


La verdad es que duele renunciar, duele y mucho, por esa manía que tenemos desde niños de querer todo para nosotros, y cuando digo todo es todo, así tal cual como los niños cuando tienen un juguete y quieren tener el que ya tiene su amiguito o su hermanito, así seguimos siendo de adultos también, queremos todo de una vez, y solo para nosotros, somos egoistas sin quizas muchas veces darnos cuenta, pero cuando nos damos cuenta de lo que estamos haciendo con ese egoismo es cuando podemos pensar en  la renuncia.

Puede ser sencillo renunciar a lo que se tiene, a una casa, a un auto, a un bien material, pero no será nada sencillo renunciar a uno mismo, esa renuncia cuesta y cuesta mucho, pero es una renucia que debe hacerse si de verdad queremos dejar de ser egoistas, no en vano Jesús decía a  quienes  pretendían seguirlo "Niegate a ti mismo, carga con la cruz y sigueme".

El renunciar (negarse) a uno mismo es quizas el más alto acto de amor que podamos hacer, es cerrar nuestros ojos y dejar que Dios obre en nuestra vida, sin pensar, sin razonar demasiado, es abandonarnos en las manos de ese Dios que sabe cuidarnos como la obra más pequeña y delicada que tiene y ha podido haber creado, es simplemente dejarnos amar por Él.

El renunciar a uno mismo es dejar que Dios actue y que nos empiece a pulir, así como el jardinero sabe que ramas debe cortar para que el árbol se vea frondoso y bello, eso no implica que el árbol no sufra, sufre por que lo podan, pero es para un bien futuro, igual que un diamante antes de pulir, ¿que es? una piedra, y pulido es una joya.

En la vida cuando se comienza a renunciar a uno mismo, se debe dejar que muchas cosas de las que uno cree propias y muy muy dentro de uno se vayan muriendo, se vayan acabando, es una poda, una talla, un cambio, de modo que lo nuevo pueda tener el espacio que se merece, que necesita, por que sí que es el ciclo de la vida así, dejar que muera lo viejo para que lo nuevo tenga su espacio...

Yo tengo una frase que me ayuda mucho a creer con firmeza que es Dios el que nos da y nos quita, tal como lo decía Job "Dios me lo dió, Dios me lo quitó, bendito sea Dios", y esa frase es Dios no nos da dos cosas juntas, de modo que para recibir de Dios una cosa nueva hay que renunciar a la que ya teníamos, así tal cual los niños, al ver un juguete nuevo y novedoso, dejan de lado el viejo juguete y se van tras del nuevo, olvidando el viejo.  Que Dios nos permita esa gracia maravillosa de ir muriendo a lo viejo y nacer a lo nuevo y que el dolor que causa esto no se compare nunca con la alegría de saber que se esta obrando por amor.

Después de la tormenta llega la calma, y cada noche siempre finaliza cuando sale el sol.  Mientras tanto renunciemos a nosotros mismos.

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