“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas los que te son enviados! ¡cuantas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, y no habéis querido!”
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
Meditación:
Jerusalén, Jerusalén... la nueva Jerusalén sobre la que se lamenta Jesús, somos todos y cada uno de nosotros, por que no hemos querido escuchar atentamente la vos de quien nos habla con amor, la vos de quien nos aconseja el bien obrar. Tenemos voces de rechazo para quienes por muchos medios tratan de hacernos ver el error en el que podamos estar incurriendo.
Nos hemos apartado del amor de Dios reflejado en el mensaje tierno del evangelio de su amado hijo Jesucristo. No nos hemos dejado cobijar por ese amor de manera completa.
Oración:
Señor del amor eterno, concédenos docilidad de corazón para que podamos entender los impulsos que de tu corazón brotan en amor por nosotros.
Permítenos acercarnos cada vez mas a tu ternura de padre, para que llenos del amor que de ti proviene, sepamos trasmitirlo en los espacios en los que nos desempeñamos, y así Jesús no tenga que lamentarse mas por nosotros.
Amén.
Padrenuestro.
Avemaría
Gloria.
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