miércoles, 9 de marzo de 2011

ESTACIONES DEL SUFRIMIENTO NO MEDITADO DE JESUS.

Comenzamos hoy con la ceniza que nos recuerda lo caducos que somos, un hermoso tiempo que la Santa Madre Iglesia nos propone (Cuaresma) en  él  meditamos de manera muy especial en nuestra vida de cristianos, en cómo estamos viviendo nuestro compromiso con Cristo. Hace algun tiempo escribí una especie de estaciones (viacrucis) que muy poco meditamos, estos pasos son sufrimientos y dolores que Jesús padeció, y que quedan -algunos de ellos- perdidos en medio de otras tantas meditaciones que solemos realizar. Publicaré una cada día.


ESTACIONES DEL SUFRIMIENTO NO MEDITADO DE JESUS.

Vamos a recorrer y meditar con Jesús algunos pasajes a los que algunas veces no hemos prestado la suficiente atención, para descubrir en el fondo de ellos que Jesús sufrió también de muchas maneras, la crueldad de las personas, no tanto con los azotes, sino con la indiferencia, la incredulidad y lo desafiante de las personas, viviendo así un eterno viacrucis.

En el sufrimiento de Jesús nos damos cuenta que es esencial saber sufrir y no perder el mérito y la recompensa del sufrimiento, pues "si padecemos juntamente con Cristo, con Él seremos glorificados eternamente" (Romanos 8, 17)

En ocasiones se nos va la vida aquejándonos y sufriendo por que sufrimos. El remedio contra el sufrimiento no es otro que el mismo Jesucristo, su ejemplo, el verlo puesto en ridículo, asediado, nos hace pensar en que todo hombre atribulado debe levantar su mirada, y oír lo que nos dice: "Venid a Mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que Yo os aliviaré. "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida". Cristo es el Camino, también en el sufrimiento, porque Él, nos precedió llevando la cruz a cuestas, y no solo la cruz material en la que al final le dieron muerte, sino la cruz del sufrir la crueldad de las personas, y nos dice: "Si alguno quiere venir en pos de Mi, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame".

¡Qué fácil es rezar un día y otro: "Hágase tu voluntad", pero ¡qué difícil es aceptar esa voluntad cuando se manifiesta realmente en forma de cruz!

A la luz de la fe, el dolor es una caricia, un regalo de Dios. Es con frecuencia una señal de que Dios nos ama. Hay que ofrecerlo a Dios. El saberlo llevar con alegría y con amor, es el camino de los Santos. "Mira a Jesús crucificado, y no te quejarás jamás."

Sufre si quieres gozar.

Baja si quieres subir.

Pierde si quieres ganar.

Muere si quieres vivir.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

 
Jesús victima inocente del pecado, acógenos como compañeros de tu camino pascual, que de la muerte lleva a la vida, y enséñanos a vivir el tiempo que pasemos en la tierra arraigados en la fe en ti, que nos has amado y te has entregado por nosotros. Tu eres el cristo, el único Señor, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

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